El acuerdo final sobre Gibraltar parece no llegar nunca. Ya son tres años de negociaciones entre Madrid y Londres, en los que la complejidad de los asuntos en juego ha necesitado la intervención de los ministros en la materia, David Cameron y José Manuel Albares. Pero incluso a este nivel, el acuerdo no ha sido posible.
Todo ha quedado en la voluntad de las partes para permanecer en contacto estrecho y constante, es decir, en nada.
La Comisión Europea, en principio está encargada formalmente de las negociaciones con Londres en todo lo relacionado con el Brexit, pero que ha dejado en manos de España la iniciativa sobre Gibraltar, ha perdido la paciencia con el equipo de Albares, pero se desentiende del tema.
El Brexit, que se hizo oficial para Gibraltar a principios de 2020 pero no se consumó hasta finales de ese año por una prórroga, deja en el aire la situación del Peñón y de forma derivada la del Campo de Gibraltar, pendiente de un acuerdo bilateral para que se puedan eliminar los controles de personas y bienes en la frontera, pero sin poner en peligro la integridad del Mercado Único. Para Reino Unido estos asuntos no sonuna prioridad política ni social, pero para España es un asunto mucho más sensible. Aunque parece que el Gobierno de Sánchez tiene una sensibilidad diferente a la de muchos españoles porque la cuestión una futura soberanía española sobre Gibraltar está totalmente fuera de la mesa de negociación.
Para ir resolviendo los temas más urgentes, en estos años, Madrid y Londres han ido firmando convenios, acercando posiciones en cuestiones de impuestos y aduanas, pero quedan temas delicados pendientes de cerrar, empezando por la famosa Verja de Gibraltar y siguiendo por la gestión del aeropuerto, para la que España quiere a la Guardia Civil revisando pasaportes mientras que Reino Unido quiere que lo hagan miembros de Frontex (la autoridad de control Europea). Igualmente, sigue habiendo temas enquistados sobre pensiones para los trabajadores transfronterizos.
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