El líder de los socialistas catalanes ha dedicado cuatro días a visitar el Reino Unido.
En su agenda tenía previsto dar varias lecciones. La primera, en la London School of Economics, donde dio una conferencia cuyo título lo dice todo: “Fortaleciendo Europa desde Cataluña”. Seguramente piensa que dar alas al independentismo catalán, que aspira a dividir España, fortalece a Europa.
Su conferencia fue toda una declaración de auto-bombo donde Illa se reivindicó como garante de la tolerancia y la integración frente al populismo. Seguramente, como ejemplo de integración, calificó como “decisivo” el referéndum que reclaman los independentistas catalanes. Pero minutos después, en un alarde de coherencia, afirmó que no habrá referéndum de autodeterminación. En definitiva, todo un ensayo de lo que será su campaña en las elecciones catalanas presentando al Partido Socialista como único defensor de la concordia y dejando claro que todo lo que no esté con él es populismo y autoritarismo.
Durante su visita, además de las reuniones protocolarias con el embajador de España y con miembros del partido laborista británico, Illa no ha querido hacer el feo a Francesc Claret, la “Delegado de la Generalidad de Cataluña en Reino Unido e Irlanda”, un cargo que no es otra cosa que el de pretendido embajador de Cataluña.
Como colofón, durante su visita a Edimburgo, donde se reunió con los líderes laboristas de Escocia y con el ex-primer ministro Gordon Brown, se permitió también dar lecciones al partido nacionalista escocés, afirmando que el gobierno de Escocia no ha sabido poner los servicios sociales al nivel que se merecen sus ciudadanos. Seguramente a Illa sus asesores no le habían contado que Escocia es la rara excepción en el Reino Unido donde la Universidad es gratuita para todos los ciudadanos y los medicamentos recetados por el Servicio de Salud son totalmente gratuitos.
Resulta además curioso que critique un nacionalismo, el escocés, que ha seguido siempre la letra de la ley y que tiene totalmente descartada la vía unilateral, al contrario que el independentismo catalán.
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