Gran Bretaña es, una vez más, pionera en dar marcha atrás en esa agenda globalista que incluye, desde leyes de ideología de género a políticas ecológicas antieconómicas. Ahora le ha tocado a estas últimas.
Aunque está pendiente de concretarse, el gobierno ya ha filtrado su disposición a retrasar algunas medidas orientadas a alcanzar las cero emisiones para 2050. El mensaje es claro: en palabras del primer ministro, Rishi Sunak, la respuesta al cambio climático debería ser más "proporcionada".
Sunak quiere quitarle las ataduras verdes a una economía británica que no termina de despegar, con una alta inflación y numerosas huelgas en curso. Sabe que tiene algo más de un año hasta las elecciones, para ese relanzamiento.
Entre las medidas a tomar, se está considerando retrasar la prohibición de la venta de automóviles nuevos de gasolina y diésel hasta 2035, cinco años más tarde de lo inicialmente previsto.
Sunak ha anticipado que los anteriores gobiernos no han sido honestos acerca de los costes y los beneficios de las políticas ecológicas. Sugirió que esos gobiernos han engañado a los ciudadanos haciéndoles creer que las políticas climáticas eran compatibles con el mantenimiento de los estándares de vida y el crecimiento económico.
Además, en el partido conservador están convencidos de que gran número de miembros del partido laborista está de acuerdo con el planteamiento de retrasar las medidas y confían en abrir una línea divisoria entre sus contrincantes.
Una muestra de ello ya se observó en la contundente oposición que tuvo el alcalde laborista de Londres cuando quiso ampliar la zona de bajas emisiones en la ciudad.
Después de todo, puede que los británicos no hicieran tan mal negocio con el Brexit, pues ahora tienen la independencia suficiente para desmarcarse de una agenda europea que sin duda limitaría su capacidad de adoptar estas medidas.
Mientras tanto, en España, una marcha atrás así parece bastante lejos.
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