La Unidad de Información de Gobiernos Locales del Reino Unido ha emitido un informe advirtiendo que el 51% de todas las administraciones locales podrían estar en quiebra en la próxima legislatura.
Esta situación ha pillado de sorpresa a muchos políticos que han visto cómo las administraciones locales pasan al foco nacional en un año donde habrá tanto elecciones municipales como elecciones generales.
Técnicamente, los ayuntamientos de Reino Unido no cuentan con un mecanismo de quiebra al uso. Pero sí hay un procedimiento llamado 'Sección 114' en el que declaran su situación y se comprometen legalmente a bloquear cualquier nuevo gasto durante 21 días, durante los cuales se presenta un nuevo presupuesto. Entonces, si el Gobierno acepta ese presupuesto, el ayuntamiento puede emprender acciones extraordinarias de recaudación. Al final, la solución suele ser una mezcla de asistencia desde el gobierno central, venta de activos, subidas de tasas e impuestos y recorte de gastos mediante ajustes de plantilla y reducción de los servicios municipales.
Birmingham, Nottingham, Woking, Slough, Thurrock y el distrito londinense de Croydon ya han pedido el rescate, con un coste de 2.500 millones de libras. Pero el agujero acumulado se cifra 6.400 millones desde 2020 y se espera que siga creciendo.
El problema de fondo para el Reino Unido es el complejo enfoque de su administración local. El país era, hasta hace poco, uno de los más centralizados del mundo: cuatro naciones, ocho regiones inglesas y 326 distritos locales eran gestionados desde el gobierno central. Pero el gobierno de Tony Blair empezó a transferir poderes a todas las áreas que los pidieran. El resultado fue un galimatías de parroquias, municipios, concejos, autoridades combinadas, distritos, condados, regiones y naciones, algunas con todas las competencias y otras sólo con unas pocas o ningunas.
Por eso, uno de los deberes pendientes del próximo Gobierno será crear un nuevo sistema que acabe con las duplicidades y la confusión administrativa.
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