El líder del partido laborista británico, Keir Starmer anunció esta semana que no tenía más remedio que abandonar el compromiso de inversión verde del Partido Laborista de 28.000 millones de libras al año si su partido llega a gobernar después de las elecciones previstas para este año.
Y como no, culpó de este cambio a los conservadores, según él, por haber destruido la economía durante estos 14 años de mandato. Con todo, el líder laborista afirma seguir comprometido con la "energía limpia para 2030".
El Primer Ministro Rishi Sunak respondió que la política económica característica del Partido Laborista no tiene rumbo y que este cambio repentino, además de ser electoralista, es una muestra de su falta de ideas. Acusó además al líder laborista de contar con todo un historial de cambios radicales en cuestiones importantes.
Los laboristas insisten en que serán capaces de relanzar la economía con un paquete de grandes inversiones sin aclarar cómo serán financiadas. Al ser preguntados sobre posibles subidas de impuestos, guardan silencio. Los conservadores sospechan que detrás de estos planes hay además un aumento inevitable del endeudamiento.
La reducción más significativa en las políticas verdes se aplicará a las subvenciones para que las familias mejoren el aislamiento de los hogares, que ahora sólo cubrirá cinco millones de hogares en cinco años, en lugar de 19 millones de hogares en una década inicialmente previstos. En cambio, la mayoría de los planes ecológicos anunciados para fábricas de baterías, producción de "acero limpio" y proyectos de empresas públicas seguirán en vigor.
Parece que los laboristas siguen fieles al principio de que el dinero está mejor en manos del estado que en las de la iniciativa privada.
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