El Partido Conservador británico ha sufrido una esperada derrota electoral este jueves en las elecciones locales en Inglaterra y Gales. La formación conservadora del primer ministro, Rishi Sunak, ha perdido más de 300 de los aproximadamente 1.000 concejales que tenía en las circunscripciones de estas elecciones.
Si estos resultados se trasladasen a las elecciones generales previstas para final de año, el partido conservador podría incluso pasar a ser la tercera fuerza política y los liberales pasarían al segundo puesto.
Curiosamente, el mayor foco de desgaste para el primer ministro y para el partido conservador en general no viene de la oposición, sino del propio partido. Sin ir muy lejos, precisamente en la misma semana de estas elecciones locales, los parlamentarios conservadores cercanos a Boris Johnson hicieron un amago de rebelión para sustituir a Rishi Sunak. En caso de haber tenido éxito, el sustituto hubiera sido el quinto primer ministro de esta legislatura, todo un record de inestabilidad.
Con todo, no se puede decir que Sunak no haya intentando contentar a los de su partido: puso en suspenso la agenda climática, ha bajado los impuestos y las cotizaciones a la seguridad social, y esta misma semana entró en vigor el plan de deportación de falsos refugiados a Ruanda. Pero los parlamentarios cercanos a Johnson parecen tan imprevisibles como su mentor, y en cada iniciativa impulsada por Sunak han querido dejar su impronta intentando dar una vuelta de tuerca más.
Una división así dentro del propio partido conservador es el mejor escenario posible para los laboristas, que ya saborean su victoria en las elecciones generales. Al menos, si ese es el caso, el partido conservador aprovechará para depurar sus filas del lastre de Johnson, ya que todo indica que sus parlamentarios no serán reelegidos.
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