La receta de Truss
Los tristes días que vive en el Reino Unido parecen haber paralizado el país, pero no han paralizado ni la economía ni la necesidad de tomar medidas urgentes.
Aunque todavía tiene que ser confirmado en las próximas semanas con la aprobación de las medidas concretas, el remedio anunciado por la nueva primera ministra Lizz Truss para los males económicos de Gran Bretaña es una mezcla de recortes de impuestos financiados con déficit y de reformas legales.
Propone zonas especiales de impuestos bajos con leyes de implantación flexibles y quiere que el impuesto de sociedades se mantenga en el 19 % (su contrincante, Risi Sunak había planeado aumentarla al 25 % en abril).
Además, Truss tiene la intención de revertir el aumento de los impuestos sobre la nómina presentado por Sunak también en abril y quiere elevar el gasto de defensa al 3% del PIB para 2030.
Dejando de lado su paquete de crisis energética, estas medidas por sí solas aumentarían el déficit en aproximadamente un 1,8% del PIB.
Truss está convencida de que Gran Bretaña tiene espacio para pedir más préstamos y que, a largo plazo, sus políticas cosecharán recompensas en forma de un mayor crecimiento. El objetivo central de su gobierno será elevar la tasa de crecimiento de Gran Bretaña al 2,5%.
En cuanto a la regulación, Truss argumenta que, aunque Thatcher abrió camino al privatizar los servicios públicos, las reglas de los 80 están obsoletas ahora.
Quiere liberar flujos de capital actuando sobre el sector financiero y el de los seguros. También pretende impulsar la movilidad laboral, al contrario que Boris Johnson, que pensaba que el trabajo del gobierno era crear empleos donde nacen las personas.
Todos cuentan con que Liz Truss será una gestora más eficaz que Johnson, aunque ese mérito sería relativo, dado que todos piensan que Johnson dejó el listón bajo.
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