La militante ecologista Greta Thunberg ha sido acusada formalmente esta semana en el Reino Unido de un delito de desorden público, tras ser detenida en Londres después de participar en una protesta contra la industria de los combustibles fósiles.
La activista sueca es una de las 26 personas acusadas por Scotland Yard de participar en una protesta de la organización Fossil Free London a las afueras de un hotel cercano al céntrico parque de Hyde Park, en el que estaban reunidos consejeros delegados de compañías energéticas con motivo del Foro de Inteligencia Energética.
Sin aportar pruebas, los manifestantes acusaban a las empresas de combustibles fósiles de ralentizar deliberadamente la transición energética mundial para obtener más beneficios.
Thunberg ha quedado en libertad condicional hasta el próximo 15 de noviembre, cuando comparecerá ante la Corte de Magistrados de Westminster.
La activista sueca ha cambiado de estrategia ya que, con 20 años de edad, parece que su papel de niña inocente preocupada por el medioambiente ya no vende, sobre todo después de haberse desvelado los intereses económicos de sus patrocinadores que incluyen a importantes grupos empresariales y financieros con inversiones en la industria de la transición ecológica.
Ahora, en vez de limitarse a compartir sus tradicionales mensajes climáticos de corte apocalíptico, Thunberg ha abrazado plenamente su papel de agitadora socialista.
En este sentido, declaró textualmente que “es hora de dejar atrás un sistema que sólo nos ha traído colonialismo, imperialismo, opresión, genocidio y racismo". Y la idea más original que ha dado como fruto la cabeza esta chica no es otra que tumbar por completo todo el sistema capitalista, o quizá no por completo, porque seguro que hay un hueco para sus patrocinadores.
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