Nicola Sturgeon anunció esta semana su dimisión como ministra principal de Escocia y cómo líder del Partido Nacional Escocés, cargos que ocupa desde hace más de ocho años.
Su largo mandato ha estado marcado por las reiteradas reivindicaciones de un segundo referéndum independentista y, más recientemente, por las polémicas en torno a la Ley Trans. No obstante, en su comparecencia, Sturgeon ha querido desligar su dimisión de esta última cuestión.
Esta ley, que ha sido la primera ley escocesa en la historia que ha vetado el parlamento de Westmister, establece en 16 años la edad legal para cambiar de sexo y elimina el requisito de un certificado médico sobre la disforia de género.
La ley trans escocesa ha sido duramente criticada, incluso dentro del propio partido de Sturgeon, donde 9 de sus parlamentarios votaron en contra.
A ello se añade el escándalo de presos trans en cárceles de mujeres, como el de Adam Graham, condenado por una doble violación, o Andrew Burnes acusado de molestar sexualmente a una niña de 13 años. Ambos fueron trasladados a cárceles de mujeres al declarar su cambio de género. El escándalo fue de tal calibre que el 10 de febrero el Servicio de Prisiones de Escocia suspendió el acuerdo de "inclusión" alcanzado con la Alianza Trans Escocesa y se anunció que todos los presos deberán cumplir sus condenas en cárceles de su género de nacimiento. Cinco días después, Nicola Sturgeon anunció su dimisión.
Permanecerá en su cargo hasta que el Partido Nacional Escocés elija un sucesor.
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