Esta semana, un informe del Comité de Privilegios de la Cámara de los Comunes declaró a Boris Johnson culpable de desacato al Parlamento. Los diputados del Comité recomendaron una suspensión de 90 días de su condición de parlamentario, pero para cuando el informe se publicó, Johnson ya había dimitido.
Los diputados del Partido Conservador llevan días reflexionando sobre este informe. Principalmente se preguntan cómo, en el espacio de tres años y medio, Johnson pasó del triunfo de ganar las elecciones generales, a la humillación por parte de sus compañeros. Además, Johnson ha mostrado un nuevo defecto que muchos encuentran difícil de perdonar: la ira.
Fuentes cercanas al ex primer ministro británico afirman que está tan enfadado (por lo que él percibe como una injusticia, y por la postura adoptada por el gobierno de los suyos) que no ha logrado comprender la gravedad de la situación.
Downing Street percibe esta situación como una oportunidad a largo plazo. Durante meses, el equipo de Rishi Sunak debate sobre cómo enfrentar el problema de Johnson, porque quieren dejar claras ante el público las diferencias entre ambos líderes. Sin embargo, es imposible ignorar la lealtad que muchos tories 'de toda la vida' sienten hacia Boris Johnson.
En todo caso, para la mayoría de los conservadores parece ya claro que Johnson no es la víctima sino que lo serán los Británicos si los laboristas ganan las elecciones dentro de un año.
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