El 17 de noviembre, el ministro de economía, Jeremy Hunt dará a conocer las medidas presupuestarias más austeras desde 2010. El ajuste podría ascender a casi 55.000 millones de libras al año (un 2,5 % del PIB británico). Para recuperar la credibilidad, Gran Bretaña ahora debe asegurarse de que su deuda se reduzca en los próximos 5 años.
El Jeremy Hunt necesita soluciones rápidas, pero tiene pocas herramientas disponibles. Contener el gasto en servicios públicos, especialmente en atención médica, requiere una reforma profunda y reflexiva que reduzca costos y fomente la innovación, algo que no se puede hacer de la noche a la mañana. Estrangular el gasto y aumentar los impuestos en todos los ámbitos sería contraproducente.
Los impuestos como porcentaje del PIB están en su punto más alto en casi cuatro décadas. Pero esto no se debe a que los británicos disfruten de unos magníficos servicios público sino más bien a que su cada vez más envejecida población ha hecho subir el gasto y ha desacelerado el crecimiento. De hecho, después de los fuertes recortes de la década de 2010, muchos servicios se encuentran en un estado deplorable. Los conservadores ya han reducido el gasto en asistencia social en términos reales y muchos hogares pobres son sumamente vulnerables a los altos precios de la energía y los alimentos.
Solo una parte del estado de bienestar se volvió sustancialmente más generosa durante la década de 2010: las pensiones, que están protegidas por una fórmula de “triple bloqueo”. Gracias a esta fórmula, las pensiones suben cada año por la cifra que resulte más alta de éstas tres: el crecimiento medio de los ingresos, la inflación o, bien 2,5%. Como resultado, las pensiones han crecido un 8 % en términos reales desde 2010, incluso cuando el bienestar de las personas en edad de trabajar se redujo y los salarios se estancaron.
Si no se hace nada, la factura estatal de pensiones, como porcentaje del PIB, crecerá un 29 % hasta mediados de siglo. Muchos ya anuncian que este mecanismo de subida debería suprimirse o al menos ajustarse, siempre sin perjudicar a los pensionistas más vulnerables.
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