Las perspectivas electorales del partido conservador empeoraron dramáticamente de la noche a la mañana. Concretamente de la noche del 4 de mayo a la mañana del día 5. Las elecciones locales celebradas en gran parte de Inglaterra han supuesto grandes pérdidas para los conservadores. Muchos ya dan por hecho que el partido perderá el poder en las elecciones generales del año próximo.
No obstante, extrapolar estos resultados puede ser precipitado. Por un lado, la participación en las elecciones locales suele ser baja. Los laboristas tienden a tener un rendimiento inferior al que le auguran las encuestas nacionales, mientras que los demócratas liberales, un partido de oposición todavía pequeño, a menudo obtiene mejores resultados.
El Partido Laborista cree que su mayoría gobernante dependería de dos factores. El primero sería su desempeño en Escocia, donde espera lograr importantes avances a expensas del Partido Nacional Escocés. El segundo será su eficacia para contrarrestar el auge del todavía minoritario partido de los demócratas liberales, que continúa avanzando en ciudades prósperas.
Los Tories quieren pensar que estas elecciones han sido el precio que había que pagar por la tumultuosa salida de Boris Johnson y el caos posterior hasta el nombramiento de Rishi Sunak, pero confían en que la estabilidad de los últimos meses y los resultados económicos acompañen su ascenso de aquí a las elecciones. Y tienen clara una cosa: no van a volver a cambiar de líder.
Con todo, parece que los votantes están tardando en perdonar al Partido Conservador por las calamidades del año pasado. Y la mejora en los niveles de vida y los servicios públicos que Sunak necesita está tardando en materializarse. El tiempo se acaba para los tories.
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