“Comienza el Cambio”, este era el lema del partido laborista al presentarse a las pasadas elecciones en el mes de julio de 2024. Y bien que comenzó el cambio. Porque las expectativas del gobierno de Keir Starmer no paran incumplirse.

Los laboristas habían logrado ilusionar a una parte suficiente del electorado con sus promesas de proteger una economía, que ya iba por buen camino con los conservadores, reformar el sector público, especialmente el Servicio Nacional de Salud, y otorgar una estabilidad al gobierno que, es cierto, brillaba por su ausencia en los últimos años de mandato de los conservadores.

Sin embargo, a día de hoy esos tres frentes parecen menos ilusionantes que antes de las elecciones. Las expectativas económicas se derrumbaron prácticamente desde la llegada al poder de Keir Starmer que, al contrario de su tono optimista anterior a las elecciones, insistió desde su primer día, en un panorama sombrío que se consolidó en el presupuesto con mayor aumento de impuestos de los últimos 50 años y que se ha materializado el estancamiento de la economía.

El segundo de los frentes, la reforma de los servicios públicos, parece ir sin rumbo. Aunque Starmer anunció una reforma radical del Servicio Nacional de Salud, todavía no existe un proyecto claro para la misma más allá de subir el salario a los médicos de cabecera para evitar más protestas, es decir, incrementar el gasto sin reformar. Y atención que se avecina una crisis en el sistema nacional ferrocarriles, a punto de entrar en huelga permanente.

Y respecto a la estabilidad gubernamental, comienza el año con la dimisión de 20 concejales laboristas que acusan al gobierno de incumplir sus promesas electorales y de traicionar a los más vulnerables, especialmente a los pensionistas, a quienes se les han retirado las ayudas para sufragar los costes energéticos del invierno.

Parece que hasta la misma naturaleza se ha confabulado contra el gobierno de Starmer, pues Gran Bretaña sufre estos días una tormenta invernal con temperaturas mínimas de diez grados bajo cero ,que no hace sino recordar a todos lo inoportuno de una medida de recorte que no era, para nada, necesaria.