El caos causado por un fallo técnico en los sistemas de control aéreo en el Reino Unido obligó a cancelar esta semana más de 1.100 vuelos. Según William Walsh, director general de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, estas circunstancias pueden pasar una factura de 100 millones de libras (unos 115 millones de euros) a las aerolíneas.
Miles de familias se vieron obligadas a pasar la noche en el aeropuerto ante el colapso de los hoteles circundantes.
La situación en los aeropuertos británicos empezó a normalizarse a lo largo del jueves, después de dos días de problemas, con más de 6.000 vuelos afectados, y en plena operación retorno de las vacaciones de verano, que resulta ser el momento con mayor tráfico aéreo del año.
Según ha informado la autoridad aeroportuaria británica, la recepción de un plan de vuelo incorrecto en el sistema informático propició la caída del sistema y obligó a poner en marcha el procesamiento manual, mucho más lento.
Por su parte, el primer ministro, Rishi Sunak, instó a las aerolíneas a cumplir con sus obligaciones y responsabilidades hacia los pasajeros perjudicados.
Con todo, aunque la capacidad para controlar el tráfico aéreo se vio severamente reducida, el problema no obligó a cerrar totalmente el espacio aéreo británico. Por el momento, no hay indicios de que se hubiera producido un ciberataque aunque se sigue investigando esta posibilidad.
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